sábado, 29 de diciembre de 2007

La Asamblea en los medios de comunicación

Diario La Nación
La UAR fracasó en su intento de aprobar las reformas al estatuto

Dicen que todo proceso de crecimiento conlleva una crisis. Pero la que vive por estos días el rugby argentino es mucho más grande de lo que cabría esperar. La estructura del deporte ovalado en la Argentina necesita acomodarse definitivamente a las formas profesionales que el mundo ya adoptó hace más de una década. Pero no hay consenso; por el contrario: hay grietas que se perciben como insuperables por estas horas.
Y por eso naufragó el primer intento de reforma al estatuto de la Unión Argentina de Rugby (UAR), que había impulsado con particular empeño los actuales dirigentes de esa institución. En la Asamblea General Extraordinaria que se había convocado a tal efecto se rechazó esa propuesta; y se convocó otra para el 11 de febrero próximo, con la intención de seguir trabajando en ese rumbo, con otra cohesión.

Si ello será posible o no, es una cuestión que se irá desentrañando en las próximas semanas. Porque la interpretación respecto de lo que ocurrió anoche en la sede de la UAR difiere (y mucho) de acuerdo a qué parte narra lo sucedido. Para algunos es un pequeño triunfo; para otros, un tropiezo importante en su intención original. Pero en el medio aparece el rugby en su conjunto (y el seleccionado argentino, fundamentalmente), que sufre por las heridas abiertas.

La cronología de los hechos señala que el primer llamado a la Asamblea se hizo a las 18, pero no fue positivo. Luego, a las 19, el segundo intento abrió paso a la reunión. Que fue muy breve, por cierto. A estas alturas, tras las extensas charlas que hubo en los días previos, había cierto consenso en un aspecto: las reformas así presentadas no podían aprobarse.

En realidad, la votación se inició, pero no terminó. Cuando comenzaron a aparecer los votos en contra, la Unión cordobesa propuso convocar directamente otra Asamblea General Extraordinaria, en el plazo de 45 días, para intentar ahí llegar a un acuerdo general.

Por eso, a continuación se reunió el Consejo Directivo y estableció la fecha del 11 de febrero para ir en búsqueda de otro consenso. Además, aseguró que posteriormente convocará a una Asamblea Ordinaria, en la que se elegirán las nuevas autoridades de esa institución.

Así las cosas, la UAR presentó la situación como un paso más en la aprobación de este proyecto. El secretario general, Raúl Sanz, expresó después de la Asamblea que había consenso en el espíritu, aunque no en la letra. En la URBA, en cambio, se habló de la alegría por el rechazo unánime a una propuesta “inconsulta” y en la que no participaron todas las Uniones.

En todo caso, la preocupación de Néstor Galán, presidente de la URBA y uno de los principales opositores a esta propuesta, era aclarar que la entidad que él preside tiene la clara intención de generar los cambios necesarios para que el rugby argentino tenga al fin estructuras profesionales. Pero no de esta manera.

Ocurre que la otra cuestión que subyace a este conflicto es la renovación de autoridades. En Buenos Aires creen que estas “maniobras” para reformar el estatuto esconden la intención de continuar en el cargo de Alejandro Risler y el resto de la cúpula de la UAR. Las elecciones ya debieron haberse realizado, señalan en la entidad porteña, pero se siguen postergando sin razones valederas. Ahora habrá que esperar hasta finales de febrero para que haya recambio; eso, claro, si efectivamente se hacen en esa fecha los postergados comicios.

“Todos queremos reformar, de eso nadie tiene dudas. Pero se rechazó la forma de elaboración y se pide, además, que participe todo el mundo”, reclamó anoche Galán en diálogo con LA NACION.

Lo cierto es que ni siquiera las Uniones provinciales que en un principio habían mostrado su apoyo a esta reforma (como Nordeste y Formosa) lo sostuvieron en la Asamblea de ayer.

Al parecer, entre el 26 y el 28 de enero, se haría un encuentro entre todas las Uniones (en el que Buenos Aires ya aseguró su participación) para intentar elaborar un nuevo estatuto, con una letra más trabajada entre todas las partes. Al menos eso prometen.

Sea como fuere, más allá de quién o quiénes tienen razón, la sensación que persiste es que por defender posiciones antagónicas, por la intransigencia con la que se manejan los dirigentes argentinos, nadie es capaz de ceder un ápice en esta lucha descarnada. Como botín de esa disputa aparece un seleccionado que sólo ruega tener la oportunidad de seguir creciendo bajo una estructura profesional y competir ante los mejores equipos del mundo en forma permanente. De nada sirve el impulso que da la IRB para que los Pumas se incorporen a un torneo de relieve (como el Tri Nations, algo que ya expresó hace pocas semanas) si desde adentro no se envían señales inequívocas de que el cambio es posible.

Al fin de cuentas, Agustín Pichot hizo un análisis descarnado pero realista en la edición de ayer en LA NACION. “Me parece que esto lo tenemos merecido. La situación que vivimos hoy es consecuencia de nuestra idiosincrasia”, expresó el Nº 9. Pichot lo remató con claridad: “Lo que está viviendo el rugby argentino es una vergüenza”. Al parecer, los dirigentes todavía no se dieron cuenta.

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