La historia del rugby competitivo y profesional es muy reciente. En 1987 se disputó el primer mundial de 15 jugadores y debieron pasar otros seis años para que el seven tuviera esa consideración. Fue en 1993 cuando la especialidad reducida tuvo su primer torneo relevante, con Inglaterra venciendo en la final a Australia en Murrayfield.
Luego llegaron dos títulos para Fiji, en 1997 y 2005 (ambos en Hong Kong), y otro para Nueva Zelanda, en la edición 2001 disputada en Mar del Plata. Mañana, en la pujante Dubai, dará inicio la quinta Copa del Mundo de una modalidad que cada vez gana mayor interés y que aspira a ser deporte olímpico en 2016.
En medio de ese escenario, Argentina se perfila como candidato al primer puesto, junto con Sudáfrica, Nueva Zelanda e Inglaterra. El antecedente inmediato es positivo: título en San Diego. Veinticuatro equipos se dividirán en seis grupos y jugarán entre mañana y el sábado por un lugar en la final por la Copa de Oro.
Argentina, dirigida por Duncan Forrester, debutará con Uruguay, mañana a partir de las 12.16 de Buenos Aires; en el arranque del Grupo F, que también integran Gales y Zimbabwe, contra los que se enfrentará el viernes. A la par del rugby tradicional, la especialidad de seven va insertándose en el deporte internacional.
El 2 de octubre el Comité Olímpico Internacional (COI) dará a conocer en Copenhague los dos deportes nuevos que se agregarán al calendario olímpico. El squash y el karate son los máximos candidatos por la poca cantidad de atletas que clasificarían. Luego aparece el rugby y el golf, con más chances que el béisbol, el sóftbol y el patín carrera.
Los sponsors tampoco le dan la espalda al Seven y se suman año tras año en gran número. El main será Emirates y entre los de “segundo orden” se destacan Mitsubishi y Coca Cola. Los que no se juegan mucho dinero por su representativo son los dirigentes de la Unión de Rugby de Kenia, que apenas les dará 650 dólares a cada jugador si llegan a la final, el equivalente a medio millón de schillings locales.
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